El presidente ruso Vladimir Putin, ha dicho en una reciente conferencia que Rusia es demasiado dependiente de los aviones de Airbus y Boeing y que el mercado está «sobrecargado», por lo que empezarán a producir sus propios aviones.
Putin sueña a lo grande
No hay más forma de describir lo que Putin quiere hacer que un sueño, porque no es más que eso, una esperanza de algo que es imposible realizar. El sector de la aviación comercial rusa está completamente muerto, empujado únicamente por los continuos fondos que recibe del gobierno y que van a parar en saco roto dado que la industria rusa no produce aviones a una escala suficiente ni para empezar a competir con los dos grandes fabricantes mundiales.
Pero aún así, Putin quiere construir 1.000 aviones para el año 2030, lo que significaría que tendrían que empezar a construir más de 165 aviones por año durante los 6 años que restan de década para que este objetivo se cumpla. Esto es algo completamente inalcanzable e irreal con la infraestructura actual de UAC.
Cabe quizás recordarle a Putin que en los mejores momentos de la industria de aviación civil rusa (y sin las sanciones), construían 10 aviones comerciales por año y la mayoría eran SSJ100, un modelo que aunque en Rusia se sigue utilizando, en el resto del mundo ha quedado patente que no puede competir ni con los Airbus A320 de primera generación ni con los Boeing 737 de la serie Next Generation.
Producir aviones desfasados
El plan de Putin se centraría en producir cuatro modelos principales: el MC-21 que es el último avión que ha sacado Rusia al mercado y que, como era de esperar, no ha suscitado ningún interés fuera del país aunque se supone que está diseñado para competir con el A320NEO y el 737 MAX. El segundo modelo, también un avión regional, es el SSJ100, un avión que realizó su primer vuelo en 2008 y comenzó operaciones en 2011 y que ha resultado ser un fracaso total para las compañías que lo han operado, arrastrando a la quiebra a la mexicana Interjet y dejando en serios problemas a Brussels.
En una liga de aviones «un poco más grandes» estaría el TU-204, del cual también se quiere retomar la producción. Bueno, retomar no es del todo correcto porque se supone que este avión lleva en producción desde 1990 pero lo cierto es que solo se han producido 89 aviones en estos 33 años, saliendo el último de ellos de la fábrica en 2015.
Este avión nació con la idea de competir con el Boeing 757, algo que evidentemente no pasó porque el modelo norteamericano es muy superior empezando por tener la necesidad de solo dos pilotos en cabina, mientras que el avión ruso necesita 3 pilotos para volar (algo que el resto de los aviones dejaron de emplear hace ya muchas décadas). De hecho, esta es una de las razones por las que Aeroflot se ha negado en numerosas ocasiones a comprarlo.
Y el último, es la joya de la corona rusa: el IL-96-400M. Este es un avión cuatrimotor de fuselaje ancho y un alcance de 10.000km diseñado para competir con el Boeing 777-9 y el Airbus A350-1000. Y si, no es un chiste, ellos de verdad creen que compiten con un avión con una tecnología de hace 30 años con dos de los aviones más tecnológicamente avanzados del mercado, unos aviones que poseen una tecnología muy superior al Ilyushin.
Además, como ya hemos dicho en otras ocasiones, no se trata solo de fabricar los aviones, sino de mantenerlos en el vuelo y Rusia ha demostrado también que en este campo es un desastre, tardando 4 años en realizar el mantenimiento de un TU-204 de Cubana y más de un año y medio con un IL-96 de la misma compañía.
En fin, las palabras de Putin no son más que elucubraciones de algo que no se llegará a producir. Parece que la aviación rusa seguirá siendo dependiente de piezas del mercado negro para intentar mantener en vuelo sus aviones, algo que cada día es más complicado.
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