Derribar un avión es, cuanto menos, complicado. Hace falta un buen equipo radar con la última tecnología, un buen armamento y algo de suerte. O, como en este caso, un mal equipo, un poco de ingenio y mucha suerte.
El avión invisible: F-117
Pero, primero vayamos con el avión, porque el F-117 no es cualquier avión. Este caza era originalmente un avión de ataque, sin embargo, se seleccionaron pilotos de caza durante la fase de pruebas, por eso se quedó como un avión de caza. Sin embargo, una vez entró en servicio, se vio que era extremadamente útil como bombardero, ya que no podía ser detectado por el enemigo. Así que, realmente, acabó haciendo un poco de todo.
Lockheed desarrolló este avión, apodado como Nighthawk en la década de los 70 del siglo pasado, realizando su primer vuelo el 18 de junio de 1981 y siendo introducido en servicio dos años después. Técnicamente fue retirado a la reserva en 2008, pero las unidades se han mantenido en estado de vuelo y recientemente se han visto en varios ejercicios militares en los Estados Unidos, como os hemos contado en este artículo.
Guerra de Kosovo
Avanzamos en su historia operacional hasta la Guerra de Kosovo. Este conflicto armado duró poco más de un año, desde febrero de 1998 hasta junio de 1999. Sin entrar o motivos de o para la Guerra y demás asuntos políticos, diremos únicamente que la OTAN entró en el conflicto en marzo de 1999 del lado del Ejército de Liberación de Kosovo (conocido como ELK por sus siglas) que luchaba contra la República Federal de Yugoslavia o RFY (que entonces estaba formada por la actual Montenegro y la República de Serbia). Sin embargo, la OTAN ayudó principalmente con apoyo aéreo, desplegando un importante número de cazas y helicópteros en el conflicto.
Uno de ellos fue, efectivamente, el F-117 que se había estrenado en Panamá y que siempre se había mantenido en un plano muy bajo, debido al secretismo que llevaba asociada su novedosa tecnología stealth. Pero, su verdadero estreno y puesta de largo fue en la Guerra del Golfo, donde causó verdaderos estragos y demostró que era un avión de verdad invisible a los radares, llegando incluso a Bagdad durante la operación Tormenta del Desierto, donde se perfiló principalmente como bombardero, no como avión de ataque.
Equipos malos pero personas a la altura
Volviendo a Kosovo, los yugoslavos sabían que la OTAN estaba usando los F-117 americanos para hacer sus bombardeos selectivos, pero no tenían forma de verlo. El principal equipo del que disponían los yugoslavos era el sistema de alerta temprana P-18 apodado Spoon Rest D por la OTAN, introducido en los años 70. Un sistema portátil que era capaz de detectar aviones en VHF hasta 35km de altura a 250km de distancia, eso sí, no el F-117.
Sin embargo, los operadores de este sistema se dieron cuenta que podían cambiar la frecuencia a la más baja en la que podía operar el sistema y así si podían detectar al F-117. La única pega es que el radio de acción se reducía desde los 250km cuando se usaba la máxima longitud de onda hasta los 15km, una distancia realmente corta si tenemos en cuenta la velocidad a la que volaba el Nighthawk.
Día del derribo: ingenio y mucha suerte
El día del derribo, el 27 de marzo de 1999, los yugoslavos tenían información de que se produciría un ataque con los F-117, que esta vez irían sin escolta (normalmente los acompañaban los EA-6B Prowler). Además, la OTAN entró oficialmente en el conflicto solo 3 días antes, por lo que cometieron un error y es que los aviones utilizaban las mismas rutas de vuelo para llevar a cabo sus ataques, algo que no ocurrió en la Guerra del Golfo.
Sabiendo aproximadamente la ruta de vuelo, los operadores del P-18 configuraron el sistema, apoyándose en otro radar, el SNR-125 (denominado por la OTAN como SA-3 Goa), más antiguo todavía, dado que databa de los años 60. Este sistema llevaba acoplados los misiles V-600, un misil de dos etapas con un alcance entre los 4km y los 22km y un techo máximo de acción de 14km. Sin embargo, para evitar ser detectados por los propios F-117, este último sistema no se activaba hasta el último momento dado que su huella de radar era mucho más grande que la del P-18.
La suerte, ese día, no estaba del lado de la OTAN y los SAM detectaron el F-117 cuando este abrió las compuertas para soltar las bombas, momento en el cuál quedó expuesto a las ondas del radar. Esto ocurrió a solo 9 kilómetros de la posición de los sistemas SAM e inmediatamente se dispararon dos de los V-600 de la plataforma. El primero de ellos pasó por encima, mientras que el segundo pasó muy cerca del avión y detonó.
Esto provocó daños en el avión, que lo hizo incontrolable. El piloto, Darrel P. Zelko, se eyectó y fue más tarde rescatado por helicópteros norteamericanos. En cuanto al avión derribado, el objetivo era claro: destruirlo para preservar su tecnología. Sin embargo, cuando llegaron los aviones con más bombas para lazarlas sobre él, en el lugar del accidente se habían reunido diferentes medios de comunicación, lo que imposibilitó su destrucción.
La mayor parte de los restos del aparato fueron llevados a Moscú, que estaba impaciente por descubrir los secretos del “bombardero invisible de Bagdad”. Sin embargo, algunos restos como la cabina puede verse incluso hoy expuestos en el Museo de la Aviación de Belgrado, cerca del aeropuerto de la capital serbia.
Los civiles locales acudieron al área a celebrar el derribo y fue entonces cuando surgió el dicho “lo sentimos, no sabíamos que era invisible”. El Comandante Dani Zoltán fue condecorado después del derribo y su unidad se apuntó otro derribo poco después, aunque en este caso, de un F-16. Este ha sido el único F-117 perdido.
Años más tarde el piloto derribado Dale Zelko y el militar que lo derribó, Dani Zoltán, se volvieron a reunir y ahora mantienen una relación de amistad, habiéndose realizado varias visitas mutuas, ambos ya fuera de la vida militar.