Hay historias en la aviación que no se olvidan, ya sea por lo importante de su historia o por lo curioso, al igual que el caso del pobre piloto de este Super Cub que, de la noche a la mañana (nunca mejor dicho) se encontró con su avión destrozado.
Un oso furioso
Esta historia tuvo lugar en un ya lejano año 2009. Como muchas veces os hemos dicho en nuestras redes sociales, los pequeños «bush planes» son esenciales para la vida en las áreas más remotas de Alaska, Canadá y otros lugares del mundo. En el caso de este piloto, decidió pasar un par de días de pesca en un pequeño campamento remoto. Pero, los planes se torcieron y acabó siendo un fin de semana de reparaciones aeronáuticas.
Durante una de las noches, un solo se acercó al campamento y la emprendió con el avión, un Piper PA-18 Super Cub dejándolo completamente destrozado: ambas ruedas delanteras pinchadas, el fuselaje roto por todos lados y todo lo que había cerca del campamento desperdigado por el suelo.
Viéndolo así, parece que el avión no tenía salvación y que se iba a convertir en un trozo de chatarra abandonado en medio de la nada, pero lo cierto es que la gente que vive en áreas remotas se las tiene que ingeniar y a este piloto no le quedó más remedio.
Repuestos y un piloto amigo
Y es que para ser totalmente sinceros, este desafortunado piloto contó con la inestimable ayuda de un amigo. Al encontrarse por la mañana así el avión, llamó por radio para que un amigo le echase una mano y este no lo dudó: cargó en su avión las ruedas originales del avión (mucho más pequeñas que las que equipan los «bush planes», una caja de cintas americanas y se dirigió al lugar de la salvaje pelea del oso con el avión.
La parte buena en toda esta historia es que el oso decidió no atacar ni las alas ni la cola del avión, que permanecieron en bastante buen estado. Además, tampoco rompió ninguno de los cables que hacen actuar las superficies móviles del avión, por lo que el trabajo se vio considerablemente reducido.
Tras cambiar las dos ruedas delanteras y tras otras muchas horas de uso de cinta americana normal y corriente, nada de la cara aviation tape, el avión estaba «como nuevo» para emprender el vuelo y ser sacado de ahí.
El avión fue llevado por aire a Anchorage, donde fue sometido a una reparación más exhaustiva y, por supuesto, le fue quitada la cinta americana para ponerle bien el fuselaje que había roto el oso. Lo mejor de todo es que nadie resultó herido en este ataque y parece que el oso expulsó de forma natural los restos que se había comido. El avión sigue volando a día de hoy.